1. Lava y corta el calabacín en cubos muy pequeños:
Comienza lavando bien el calabacín bajo agua fría para eliminar cualquier suciedad o residuo. Una vez limpio, pélalo parcialmente si prefieres dejar algo de piel para darle más textura y color. Corta el calabacín en rodajas finas y luego en tiras, para finalmente obtener cubos pequeños y uniformes, de aproximadamente 0,5 cm. Es importante que los cubos sean pequeños para que puedan absorber mejor los sabores durante la maceración.
2. En un cuenco grande, mezcla el calabacín con el ajo en polvo, la hierbabuena, el zumo de medio limón, sal y pimienta. Deja macerar en la nevera unas 12 horas, mezclando de vez en cuando:
Coloca el calabacín picado en un cuenco grande. Añade una pizca de ajo en polvo (ajustando al gusto), unas hojas frescas de hierbabuena picada para darle un toque aromático y refrescante, y el zumo de medio limón recién exprimido. El limón, además de aportar acidez, ayudará a que el calabacín se marine y se ablande ligeramente. Sazona con sal y pimienta negra recién molida al gusto. Mezcla todo bien para que el calabacín quede impregnado de los sabores. Cubre el cuenco con film transparente y deja reposar en la nevera unas 12 horas, removiendo ocasionalmente para asegurarte de que todos los ingredientes se integren y el calabacín absorba bien el aderezo.
3. Coloca una base de Salmorejo de Remolacha Caña Nature en el plato:
Cuando estés listo para emplatar, utiliza una buena cantidad de Salmorejo de Remolacha Caña Nature. Coloca una base generosa en el centro del plato. El salmorejo debe estar bien frío para contrastar con el tartar de calabacín. Puedes usar el reverso de una cuchara para extenderlo suavemente y crear una base uniforme.
4. Añade una cucharada generosa del calabacín macerado encima:
Saca el calabacín macerado de la nevera y remuévelo una vez más. Con una cuchara grande, coloca una porción generosa del calabacín marinado sobre el salmorejo, justo en el centro del plato. Si lo deseas, puedes usar un aro de emplatar para darle una forma más elegante y definida al tartar.
5. Dale el toque final con un poco más de hierbabuena picada:
Para terminar, añade un poco más de hierbabuena fresca finamente picada sobre el tartar. Esto no solo aportará un toque decorativo, sino que también reforzará el sabor fresco y aromático de la receta.
¡Y listo! Una receta deliciosa y refrescante que combina texturas y sabores para disfrutar en cualquier momento.